IGLESIAS
Para celebrar la eucaristía dominical no basta con seguir las normas prescritas o pronunciar las palabras obligadas. No basta tampoco cantar, santiguarse o darnos la paz en el momento adecuado. Es muy fácil asistir a misa y no celebrar nada en el corazón; oír las lecturas correspondientes y no escuchar la voz de Dios: comulgar piadosamente sin comulgar con Cristo; darnos la paz sin reconciliarnos con nadie. ¿Cómo vivir la misa del domingo como una experiencia que renueve y fortalezca nuestra fe?
Para empezar, es necesario escuchar desde dentro con atención y alegría la Palabra de Dios y, en concreto, el evangelio de Jesús. Durante la semana hemos visto la televisión, hemos escuchado la radio y hemos leído la prensa. Vivimos aturdidos por toda clase de mensajes, voces, ruidos, noticias, información y publicidad. Necesitamos escuchar otra voz diferentes que nos cure por dentro.
Es un respiro escuchar las palabras directas y sencillas de Jesús. Traen verdad a nuestra vida. Nos liberan de engaños, miedos y egoísmos que nos hacen daño. Nos enseñan a vivir con más sencillez y dignidad. con más sentido y esperanza. Es una suerte hacer el recorrido de la vida guiados cada Domingo por la luz del Evangelio.
La plegaria eucarística constituye el momento central. No nos podemos distraer "Levantamos el corazón" para dar gracias a Dios. Es bueno, es justo y necesario agradecer a Dios por la vida, por la creación entera, por el regalo que es Jesucristo. La vida no es sólo trabajo, esfuerzo y agitación. Es también celebración, acción de gracias y alabanza a Dios. Es un respiro reunirnos cada domingo para sentir la vida como regalo y dar gracias al Creador.
La comunión con Cristo es decisiva. Es el momento de acoger a Jesús en nuestra vida para experimentarlo en nosotros, para identificarnos con él y para dejarnos trabajar, consolar y fortalecer por su Espíritu.
Todo esto no lo vivimos encerrados en nuestro pequeño mundo. Cantamos juntos el Padrenuestro sintiéndonos hermanos de todos. Le pedimos que a nadie le falte el pan ni el perdón. Nos damos la paz y buscamos para todos.
José Antonio Pagola
Redes Cristianas
Iglesia de San Josémaría Escrivá
Este templo, cuya construcción promovida por la Diócesis se finalizó en el año 2001, es el primero dedicado en España al santo natural de Barbastro y fundador del Opus Dei.
La planta de la Iglesia tiene la forma de un abanico en cuyo vértice se encuentra el altar. La cubierta recuerda la forma de una paloma (representación del Espíritu Santo), y está coronada por la torre inclinada, que simboliza el dedo de Dios. Para Heliodoro Dols, arquitecto a su vez del Santuario de Torreciudad y del Centro Cultural Entrearcos, el cobre utilizado en la torre y la cubierta alude a la divinidad; por eso la cubierta confluye en el Dios-Hombre presente en el sagrario, hacia el que se inclina también la torre, de 31 metros de altura.